[ Frente a frente, te miro, me miras y todo es para Siempre. ]

sábado, 11 de junio de 2011

Ya no sangrará.



Solo espero que esta vez no sea cierto, que no decidas regresar…
No esperes que te reciba como siempre, con los brazos abiertos y sin decirte una palabra, sin reclamarte ni reprocharte nada.
Ya no seré así, no mas.
Me cansé de dar todo por ti a cambio de nada…
No esperaba mucho de ti, debo admitirlo, solo esperaba respeto…
Y no conseguí nada mas que humillaciones.
Lo peor de todo es que yo no elegí quererte así, pero sí elijo dejar de sufrir.
Un nuevo camino ante mis ojos…una nueva voz… llamándome…
Me asusta, pero es la única luz… no quiero seguir en la oscuridad… no quiero esperar mas…
Me desharé del dolor de tus espinas mi amor, aquellas que clavas día a día…
Sí. ¡Ya no sangrará!

10.01.09

Con los ojos entreabiertos observó a su madre que le hablaba y luego escuchó el golpe de la puerta.
Silencio.
Habrían pasado cinco minutos desde que clara había cerrado los párpados nuevamente.
- Clara, hija, ¡levantate, levantate! – Le decía una voz familiar.
Decidió entonces abrir los ojos… para sentarse rápidamente en la cama al ver aquel ser que yacía en brazos de su madre.
Una hermosa cachorra de a penas un mes, con mirada asustada, se aferraba con sus débiles uñas al buso de lana de Raquel.
Clara se despabiló en seguida y la tomó en sus manos.
Raquel y su marido se volvieron a ir.
La niña jugó con su nueva cachorra hasta la hora de almorzar, cuando sin muchas ganas de abandonarla en la casa sola se despidió de ella a quien ya le había elegido un nombre: “Luna”, y se fue al parque donde se encontraría con unos amigos.
El día marchaba maravilloso y hasta el clima lo acompañaba.
Llegó al punto de encuentro y allí estaba Belén, su amiga y compañera de colegio. A su lado se encontraban Micaela y Lautaro, de quienes se había hecho amiga por intermedio de Belén e Internet, pero que recién ese día los conocía personalmente.
Juntos pasaron entre risas una tarde hermosa e inolvidable.
Pero Clara no había podido dejar de pensar en aquella rara sensación que tuvo al ver a Lautaro…Por lo que se comportaba un poco rara, distraída. Sabía que no era algo malo, pero sí era algo que nunca le había sucedido.
Era la hora de despedirse, todos intercambiaron números telefónicos y prometieron volver a verse.
Contenta pero extrañada, Clara volvió a su casa, deseando aunque sin saber aún por qué, que esa no fuera la única vez que lo viera…
Días más tarde se pusieron de novios.


[Las primeras mariposas en su estómago que crecían cada día más.
Lamentablemente como toda historia tiene un final.
Me encantaría decir que fue un final color rosa, pero entonces esto sería solo un cuento.]


No hubo peleas. Se llevaban muy bien.
Tal vez por eso, o tal vez porque no se veían tan seguido a causa de horarios escolares, es que tuvo que acabar todo de un día para el otro. Así, sin razón alguna.
Y es que aunque se querían todavía, ésa fue la decisión de Lautaro.
Había cosas que Clara debía aprender, era chica todavía y la primera vez que salía con alguien, pero no entendía por qué la abandonaba… por qué no la ayudaba si todavía la quería como decía…

Y allí comenzaron sus primeras lágrimas por la primer persona a quien pudo haber amado… a quien le hubiera gustado amar y compartir más cosas y momentos juntos.

Decidió entonces que los finales color rosa solo existían en los cuentos.



[Dedicado a quien me hizo sonreír por primera vez.]

Tarde.

[…] Tarde. Una vez más volví a darme cuenta de las cosas tarde. […]
[…]Mis ojos vuelven a derramar lágrimas y “perdones” ya sin sentido alguno siguen saliendo de mi boca. […]
[…]Las palabras pronunciadas por mis labios no son escuchadas.
Cae una lágrima. […]


Siempre la misma rutina.
- Cuando consigo que todo vaya perfecto, sin vueltas ni complicaciones, cuando todo se me es servido en bandeja, ahí, miro hacia un costado. Y comienzo a correr, ni siquiera caminar. Me alejo. Sin motivo, sin pronunciar palabra. Solo corro. No tengo miedo, no siento encierro, pero me siento segura corriendo. Junto seguridad, y freno…Vuelvo a mirar al frente. No hay nada. Busco aquello que perdí, como un niño buscando una moneda. No está. No logro encontrarlo y corro de nuevo. Tratando de hallarlo. Y allí lo veo, a lo lejos… Pero por mucho que corra no logro alcanzarlo. Me arrodillo y pienso.
Tarde. Una vez más volví a darme cuenta de las cosas tarde.
Seguí a aquella persona que sin saber por qué, sabía que me haría sufrir, que me abandonaría. Y me alejé de aquella a quien tenia en frente, demostrándome que siempre estaría para mí…
Bueno, tal vez no siempre…
Mis ojos vuelven a derramar lágrimas y “perdones” ya sin sentido alguno siguen saliendo de mi boca.
Recuerdo que siempre me escuchaba…
“Vuelve, por favor, sé que me equivoque, ayúdame…muéstrame el camino en donde encontrarte… Seremos felices, ¡lo prometo! Ya no correré, no me alejaré, nos quedaremos juntos... abrazándonos hasta el fin, inmóviles… No respiraré, para escuchar los latidos de tu corazón… Nuestras miradas se congelarán, no te volveré a soltar… lo prometo mi amor, lo prometo…”
Pero es inútil.
Las palabras pronunciadas por mis labios no son escuchadas.
Cae una lágrima.

Me quedo allí, arrodillada, hablándole con una lágrima sobre mi mejilla.
Hace frío.
No puedo moverme.




¿Podrás perdonarme?.

Sé que me equivoqué muchas veces… y no me voy a excusar con el “Todos cometemos errores”, ya está, debo asumirlo. Me equivoqué, no te escuché cuando debía y me dejé llevar por mal camino, herí tus sentimientos y te perdí.
Me arrepiento.
Me pregunto si aún podrás perdonarme…
Sabes que ninguno de los dos esta bien así, y sabes que eres todo para mi.

Me arrepiento.

Una vez más, tomé la decisión equivocada.
Sí. Me arrepentí.
Tenías razón, siempre lo dije, pero ¿qué puedo hacer ahora?
Ya todo terminó y por mucho que haga no me volverías a hablar.
No podría tampoco perdonarme si te hago sufrir, es lo que menos quiero para ti. Tal vez por eso tomé esa decisión de la cual ahora me arrepiento tanto.
Te necesito a mi lado, necesito de tus consejos, de tus historias, de tus chistes… tus miradas cómplices… tu sonrisa. Extraño esa sonrisa que tan bien me hacia sentir.
Cuando estaba mal, eras el único capas de hacerme reír, de hacerme ver las cosas como eran y ponerme de un mejor humor. Hasta a veces el único que me entendía…
Y hoy no me quedan palabras para pedirte perdón.
No ha pasado mucho tiempo desde que no cruzamos palabras, horas para ser sinceros…
y sin embargo siento que te extraño como dos personas separadas hace años ~