Nunca lograremos sostener una distancia adecuada a lo que nos sucede.
Es tanto el cariño que nos tenemos que ya no podemos entendernos.
La confusión se apodera de nosotros al estar cerca y todo se congela cuando te alejas.
Nuestras miradas pidiéndonos a gritos y nuestro orgullo obligándonos a callar.
Dándonos la espalda caminos sin cesar… Tratando de no saber que pareces uno y yo otro viéndonos al pasar.
Es tan perfecta nuestra indiferencia.
Aunque yo palabras escriba, nunca serán escuchadas y así jamás cuenta se darán que nos queremos en realidad.
Lo único que irrumpe la perfección es la verdad de nuestras miradas, aquellas que no podemos evitar ni obligar a actuar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario